Análisis del coste de las hipotecas en España

A todo el mundo le llega el día en que se plantea la posibilidad de comprar una casa. Empieza a mirar pisos y a hacer cuentas para ver de dónde sacar todo el dinero para la que, sin duda, será la compra más importante de su vida (tanto por la cuantía del importe como por la trascendencia de la elección. Por esto me sorprende observar como muchas personas no dedican el esfuerzo necesario a cuantificar las consecuencias futuras de su decisión. ¿Sabías que en una hipoteca a 32 años al 5% (EURIBOR + 0,5%) pagas dos veces tu casa?

Aunque los expertos recomiendan el crédito como fuente de financiación, lo cierto es que es muy diferente solicitar un crédito para invertir el dinero (y generar más dinero a un ritmo superior al que se acumulan los intereses) que solicitarlo para gastarlo. En este segundo caso, asumimos un sobrecoste considerable por disponer de un dinero que no tenemos. A continuación encontrarás resumido el análisis que debería realizar cualquier persona que piense en pedir una hipoteca, así como una hoja de cálculo muy reveladora sobre el coste real de gastar un dinero del que no disponemos. Como veréis, ser pobre resulta muy caro.

¿Cuál es tu capacidad de endeudamiento?

Resulta muy interesante realizar el ejercicio de calcular cuánto dinero vamos a ganar en toda nuestra vida para comprobar hasta dónde podemos endeudarnos para comprar una casa. Veámoslo en el ejemplo de un joven de 20 años, sin ahorros, con un trabajo estable y un sueldo medio.

En España, el salario medio en 2005 fue de 23.730€ brutos al año, lo que representa 18.651,84€/año después de impuestos. Esta cifra no ha variado sustancialmente desde 1997 (de hecho, ha bajado teniendo en cuenta el incremento del IPC).

De esa cifra hay que descontar los gastos mínimos para vivir. Según mis cálculos, unos 450€ mensuales sería suficientes para subsistir decentemente (sin contar el coste del alojamiento) siempre que no tengamos personas a nuestro cargo y seamos MUY ahorradores. Esta cifra, que supone 5.400€ al año, esta medio camino entre el mínimo vital de la declaración de la renta y el Salario Mínimo. Una vez descontada tendremos 13.251,84 al año para lo que queramos.

Si este joven del ejemplo, que a muchos les parecerá que está triunfando en la vida, trabajase hasta los 70 años (edad de jubilación probable cuando la alcance), sin estar en paro ni un sólo mes de su vida y recibiendo anualmente un aumento de sueldo equivalente al IPC, al llegar a su jubilación habrá generado un total de 662.592€.

De esta bonita suma no todo va a ser para la vivienda. Habrá que salir los fines de semana, hacer alguna actividad cultural, irse de vacaciones, quizá comprar un coche, casarse, tener hijos… esas cosillas. Los expertos recomiendan a las familias no endeudarse por encima del 33% de sus ingresos, lo cual en nuestro ejemplo supone no gastar más de 307.755,36€ en la hipoteca, 615.510,72€ en el caso de comprar la casa con otra persona que también trabaje en idénticas condiciones (en este caso, la pareja de la persona del ejemplo). Insisto en que estas son cifras máximas para quienes vivan con lo mínimo y sin personas a su cargo.

¿Cuánto cuesta una hipoteca?

La hipoteca es un préstamo que se otorga, a un tipo de interés preferente, para comprar un bien de primera necesidad. Como todo préstamo, genera intereses cada año, por lo que, a mayor plazo de amortización, mayor será la cantidad de intereses a pagar. A la mayoría de las personas se le escapa este detalle, pero la acumulación de intereses en el tiempo tiene un efecto exponencial en el coste del préstamo. Si no lo crees, multiplica la cuota mensual por el número de mensualidades de cualquier cosa que hayas pagado a plazos (o la hipoteca que te dispones a firmar) y compáralo con el precio inicial… Sorprendente, ¿verdad?. Como ya he dicho antes, ser pobre sale muy caro, y claro, así no hay quien salga de la pobreza.

La variable que más influye en el precio del préstamo es el tipo de interés al que está referenciado. A finales de 2006 el numero de hipotecas firmadas a interés variable era del 99%, y el tipo medio el 4%. Sin embargo, dado que el tipo de interés es variable y el plazo tan largo, conviene hacer cualquier previsión teniendo en cuenta las fluctuaciones probables de los tipos. Conviene tener en cuenta que el tipo de interés medio para préstamos hipotecario a más de 3 años entre 1990 y 2006 ha estado a una media del 7,79%, que el EURIBOR no para de subir (en junio de 2007 alcanzó el 4,5%) y, aun así, sigue estando mucho más cerca del mínimo histórico (2%) que del máximo histórico (16,77%).

También hay que tener en cuenta que, tal y como están diseñadas las hipotecas, al principio se pagan muchos intereses y poco capital prestado, mientras que al final se paga mucho capital y pocos intereses (que ya se han pagado). Esto significa que durante la primera mitad de la duración de la hipoteca estamos muy expuestos a las variaciones del tipo de referencia, ya que cuando se revisa una hipoteca suscrita a tipo variable lo que se hace es aplicar el nuevo interés al capital pendiente de pagar y aumentar la cuota mensual en consecuencia.

Por supuesto, una forma muy sencilla de reducir esta incertidumbre es optar por un préstamo a tipo fijo. Aunque sea una opción más cara, en estos momentos hay hipotecas a interés fijo en torno a un 6%, lo cual me parece un chollo comparado con el EURIBOR + 0,5 (5% variable), teniendo en cuenta que se puede subrogar el préstamo por otro variable si los tipos vuelven a caer a mínimos (Atención al tema de las comisiones por subrogación).

En cualquier caso, suponiendo que el/la joven de nuestro ejemplo y su pareja suscribieran una hipoteca de un importe de 250.000€ (lo que les piden por un piso monísimo que han visto), deberá suscribirla dentro de los siguientes límites:

  • Plazo máximo: 66 años (5% de interés medio), 55 años (6%) o 44 años (7,75%)
  • Cuota mensual máxima: 1026€ (33% de los ingresos netos de los ambos)

Conclusión: No pueden pagar esa hipoteca siguiendo las recomendaciones de los expertos. Si optaran por un piso más cutre, valorado en 150.000€ podrían pagarlo a 19 años con el EURIBOR a 4,5% de media (préstamo al 5%), en 22 con el EURIBOR medio en 5,5% (préstamo al 6%) y en 38 años si la cosa se pone difícil (préstamo al 7,75%). El problema es ¿qué piso se vende por 150.000€?

Bueno, tampoco hay que ponerse tacaños, la recomendación de los expertos es una recomendación. ¿Y si dedicaran el 70% de su renta disponible descontando los 5.400€ al año por persona para subsistir, eligiendo una vida miserable y al borde del abismo? Con todo ese dinero, podrían pagar el piso de 250.000€ en 23 años el EURIBOR a 4,5% de media (préstamo al 5%), en 28 años con el EURIBOR al 5,5% (préstamo al 6%), pero no podrían pagarlo con el EURIBOR a 7,25%. Sin embargo, existe el mismo problema: ¿qué clase de piso se vende por 250.000€?.

Pues según las estadísticas del Ministerio de la Vivienda, por 250.000€ deberíamos poder acceder a un piso de 66m2 en Madrid o de 72m2 en Barcelona (en ambos casos, de más de 2 años de antigüedad). Esas son las dimensiones de las casas a las que pueden aspirar con un sueldo medio en España dedicando todos los ingresos a pagarla. La pregunta es, ¿quiero vivir en uno de estos pisos el resto de mi vida?. ¿No será que están demasiado caros? os dejo un gráfico elaborado a partir de los datos de la evolución del precio de la vivienda desde 1995.

Evolución del precio de la vivienda en España (1995-2007)

Alquilar no es tirar el dinero, al menos con estos precios

Siguiendo con el ejemplo anterior, los 615.510,72€ de renta disponible para vivienda (recordemos, el 33% de sus ingresos) darían a nuestra ejemplar pareja para vivir (holgadamente) 70 años alquilados pagando 732,75€/mes, hasta que cumplieran 90 y suponiendo que no recibieran pensión de jubilación. Aunque no es demasiado dinero, teniendo en cuenta que el precio medio de la vivienda alquilada en España, en el último año (2006), fue de 7,20 €/m2 al mes, ese dinero les daría para alquilar una vivienda de 102m2 de media, 99m2 en Cataluña y 64m2 en Madrid (la cosa está muy malita en Madrid). Además el alquiler presenta algunas importantes ventajas:

  • Los alquileres se puede renegociar a la baja, como demuestran los datos, mientras que las hipotecas sólo se puede renegociar el plazo (aumentando la cantidad de intereses a pagar).
  • Si el piso se devalúa o la zona se degrada, y no te bajan el alquiler, puedes marcharte a otro piso. Si te equivocaste al comprar tu casa, o construyeron una incineradora 3 años después de comprarla, lo vas a tener más difícil.
  • Cancelar un alquiler sólo requiere un mes de preaviso antes del vencimiento de la anualidad, mientras que en el préstamo hay que pagar una comisión de cancelación anticipada y devolver el dinero que te prestaron.
  • Mientras que alquilado puedo vivir una vida sin problemas económicos, hipotecado tengo que dedicar la práctica totalidad de mis ingresos a pagar una casa que, para cuando sea de mi propiedad, habrá envejecido entre 20 y 50 años.
  • Las personas alquiladas no pagan el IBI.

La principal desventaja de vivir alquilado es que nunca tendrás una casa en propiedad, motivo por el cual hay que exprimir al casero hasta el último céntimo en la negociación… sobre todo en Madrid. Ya hemos comentado en ReadyForTomorrow cómo valorar una vivienda en alquiler. En el canal vivienda del blog encontrarás varios artículos sobre la materia.

Os dejo también la hoja de cálculo que he utilizado, que os servirá de referencia si estáis estudiando pedir una hipoteca. Está en formato OpenDocument, que es estandar ISO para documentos informáticos. Si no disponéis de un programa capaz de abrirlo, podéis instalaros la versión libre de la suite ofimática de Sun Microsystems desde Internet. También existe un plugin para Ms Office.

» Calculadora de Hipotecas

Estrategias de inversión para el pequeño ahorrador: Invertir en bolsa

La bajada de tipos de interés de principios de siglo y las altas rentabilidades acumuladas durante los últimos años han atraído hacia la Bolsa los ahorros de un gran número de pequeños inversores, deseosos de conseguir plusvalías. Hasta el Estado ha decidido invertir en Bolsa el excedente de las cotizaciones de la Seguridad Social para hacer frente a nuestras pensiones con los beneficios.

Sin embargo, la inversión en Bolsa es un juego peligroso. No me canso de ver inversores atrapados en valores de dudosa fiabilidad. Personas que no aprendieron la lección de Terra e invirtieron en Astroc. Por eso he recopilado los que considero son principios básicos para el pequeño inversor en una guía de supervivencia para invertir en bolsa.

Invierte sólo lo que te sobre, porque lo puedes perder

Seguramente el principio más importante para invertir en bolsa es que el dinero que vayamos a invertir sea nuestro y no lo necesitemos ni lo vayamos a necesitar durante los próximos 10 años, incluso en el caso de que tengamos una emergencia. También tenemos que ser capaces de asumir la pérdida en el caso de que la empresa quebrase de la noche a la mañana, como pasó con Enron.

En el caso de que os quepan dudas sobre alguna de los dos requisitos anteriores, será mejor que os mantengáis alejados de los mercados bursátiles, porque cuando lleguen momentos difíciles no tendréis libertad ni capacidad de maniobra y acabaréis malvendiendo vuestras acciones. Ni se os ocurra pedir dinero prestado para invertir, sólo faltaría perderlo todo y seguir pagando el préstamo más los intereses.

Sólo los ricos se hacen (todavía más) ricos

Hay que ser consciente en todo momento de nuestra condición de pequeño inversor. Mucha gente asocia la bolsa con historias de grandes pelotazos con los que la gente se enriquece de la noche a la mañana. Sin embargo, son pocos los que mueven suficiente dinero como para rentabilizar las fluctuaciones del mercado. A modo de ejemplo, una revalorización del 500% (realmente astronómica) para un inversor que hubiera invertido 2.000€ supondría unos beneficios de 8.000€, mientras que para otro que hubiera invertido 1 millón de euros representaría unas plusvalías de 4 millones (siempre antes de impuestos).

Además, el pequeño inversor debe asumir unos costes mayores en sus operaciones, ya que las comisiones mínimas por operación bursátil suelen ser el equivalente al de hacer operaciones por valor de 10.000€ o más (según la entidad) aunque no se mueva ese dinero. Motivo por el cual también se encarece la posibilidad de diversificar la inversión en diferentes valores, ya que se multiplican los gastos de gestión de la cartera. Si no podemos alcanzar el equivalente de inversión que corresponde con la comisión mínima por operación, conviene olvidarse de diversificar y centrarse en elegir los mejores valores del mercado como forma de protección contra el riesgo.

De igual modo, el pequeño inversor no tiene la misma capacidad para acceder y analizar la información financiera de las empresas, ni acceso a información privilegiada, ni fuerza en el mercado para influir en las cotizaciones. Por todos estos motivos, lo mejor es olvidarse del corto plazo, ya que el mercado siempre nos ofrecerá los “restos”.

Ten tu propio criterio, define una estrategia y asume las consecuencias de tus acciones

Cuando se trata de buscar información sobre la que basar una estrategia de inversión, el inversor independiente tiene muchos lugares donde acudir. Desde foros donde se “trapichea” con información privilegiada hasta medios de comunicación especializados, donde los expertos en mercados financieros revelan las claves que mueven la Bolsa. Todo el mundo parece saber dónde y cuándo invertir, pero los que arriesgamos dinero somos nosotros.

La primera regla respecto a la información bursátil es no creerse nada. Todo el mundo es parte interesada y los mercados financieros son (prácticamente) juegos de suma cero. Es decir, que cuando alguien gana es porque vende un activo, por más valor de lo que le costó, a alguien que está dispuesto a comprarlo a ese precio. Los únicos responsables de las decisiones que tomemos seremos nosotros mismos, así que antes de seguir cualquier recomendación resulta imprescindible contrastarla con los datos financieros. Si las recomendaciones de los analistas estaban equivocadas o la información que utilizamos no era tan privilegiada podremos consolarnos culpando a los demás, pero eso no nos devolverá el dinero.

Respecto a la información privilegiada, el problema es que no es fiable y, en el caso de ser cierta, pierde valor conforme se va difundiendo. Esto significa que siempre que se difunde es para manipular a los más incautos, bien sea porque directamente es falsa o bien porque se ha utilizado en beneficio propio y se busca multiplicar su efecto compartiéndola con otras personas. En cualquier caso, para cuando llega al pequeño inversor, aquellos que la utilizaron antes ya están recogiendo los beneficios, a nuestra costa, en una dinámica muy parecida a las estructuras piramidales.

No es de extrañar que los valores más especulativos sean el tema de conversación favorito en los foros de rumorología financiera. Mi recomendación es alejarse de estos lugares y de los valores de los que se hable mucho en comparación con su relevancia económica (es normal que se hable de las grandes compañías con regularidad).

Otro frente informativo lo protagonizan los expertos en mercados financieros, principalmente personas que trabajan para gestoras de fondos de inversión y otros analistas “independientes”. Desde su posición de expertos, ofrecen de forma “desinteresada” recomendaciones sobre dónde invertir, que los medios de comunicación especializados se encargan de divulgar. Estos expertos, que nos orientan sobre cómo invertir, también participan en el mercado. De hecho, viven de gestionar las inversiones de sus clientes para conseguir una rentabilidad por encima de la de los mercados en los que invierten. Creo que el conflicto de intereses es evidente, y su imparcialidad susceptible de ponerse en tela de juicio.

¿Alguien duda que antes de cambiar la recomendación de determinados valores de “Vender” o “Mantener” a “Sobreponderar” o “Comprar”, cualquier gestor sensato habrá comprado tantas acciones como halla podido? ¿O que cuando se revisa el precio “objetivo” (objetivo entendido como meta a alcanzar, no como precio real) no se está tratando de dar un empujoncito al valor? Más de una vez he observado como se deja de hablar de valores cuando son claras opciones de compra (valoraciones bajas y/o a punto de desembolsar cuantiosos dividendos) mientras se insiste en recomendar comprar otros que acumulan fuertes revalorizaciones. Estos “expertos” deberían aclarar, cuando hablan de buenas oportunidades de negocio, para quien son buenas, ya que no merecen demasiada confianza.

Evidentemente, estos “expertos” no pueden ofrecer malas recomendaciones a los inversores independientes, ya que tarde o temprano acabarían por perder su estatus y, con él, la posibilidad de influenciar la dinámica de los mercados en beneficio propio. En vez de eso, se suele optar por hablar de otros valores sobre los que ya se ha operado o se quiere operar, de modo que aumente la presión compradora o vendedora de los inversores independientes.

Para todo pequeño inversor, la mejor opción es definir una estrategia clara y ceñirse a ella, ignorando todo el ruido que nos llega desde los mercados.

Inversión a largo plazo

Ya hemos visto como el pequeño inversor tiene muy difícil aprovechar las fluctuaciones del mercado, y debe aferrarse a las tendencias. Lo cual implica que debe tener una mentalidad de inversión a largo plazo, entendida a 5 años vista o más.

Uno de los aspectos que mejor se pueden aprovechar del capitalismo es que su único objetivo es crecer, generalmente hasta colapsarse. El lema es superar los resultados económicos del ejercicio anterior, independientemente de las circunstancias de mercado. Las empresas que cotizan en bolsa lo saben bien y son expertas en lograr este objetivo cada año.

Esta huida hacia delante del capitalismo tiene un efecto acumulativo sobre el valor de las inversiones, hasta tal punto que incluso las peores crisis económicas se superan con el paso de los años hasta alcanzar nuevos máximos, y sufrir nuevas crisis.

En un entorno económico controlado y estable, como el que tenemos en la actualidad, se puede esperar obtener buenos beneficios incluso después de descontar los efectos de las crisis, guerras, etc. Estudiemos el efecto acumulativo de mantener una inversión en el tiempo. A continuación se muestra la evolución de la inversión de 100 unidades monetarias con una rentabilidad anual media del 8%.

100 -> 108 (+8) -> 117(+9) -> 126(+9) -> 136(+10) -> 147(+11)
 -> 159(+12) -> 171(+12) -> 185(+14) -> 200 (+15) -> 216 (+16)

Observe la rentabilidad crece exponencialmente con el tiempo. Hasta el punto de que al noveno año ya hemos doblado el valor de la inversión (sin contar los dividendos) y al décimo la rentabilidad anual es el doble de la que obtuvimos el primer año. En la vida real las proyecciones son mucho más favorables. Por ejemplo, Telefónica ha multiplicado su valor por 3,5 desde 1995 (12 años), si bien es cierto que ha habido altos y bajos, como puede observarse en el gráfico.

Si quiere hacerse rico puede conseguirlo, sólo necesita (mucho) tiempo. Así que cuanto antes empiece a invertir, antes lo podrá conseguir.

El precio de la acción no indica si está cara o barata

Otro principio importante es que el precio de la acción es irrelevante para el inversor. Una acción que cueste 100€ puede ser barata o cara, según los beneficios de la empresa y la rentabilidad por dividendo que ofrezca. Como inversor, me da igual invertir 1000€ comprando 100 acciones de 10€ o 10.000 acciones a 0,1€ si ambas me ofrecen una rentabilidad el 3%. Elija una opción u otra obtendré exactamente el mismo beneficio en Euros.

El pequeño inversor suele percibir poco potencial de revalorización y mucho riesgo en acciones por encima de 50€ mientras que percibe poco riesgo y mucho potencial de revalorización en acciones por debajo de 5€, donde “es difícil que caiga más abajo” (el suelo está cerca) y “a nada que suba 50 centimillos, ya gano el 10%” (pequeños incrementos suponen fuertes variaciones). Cuanto más barato el valor, mayor variación porcentual supone un céntimo arriba o abajo, y más duros hay que ser por arañar hasta el último.

Invertir sólo en empresas que den dividendos

El tipo de empresa que no da dividendo es aquella que no logra obtener beneficios (empresas de nueva creación y/o con problemas como, por ejemplo, Banesto desde su casi quiebra hasta 2006) o la que ha decidido no hacerlo. En cualquier caso se trata de una mala elección para invertir. Si no hay dividendo, el valor debería quedar descartado para un pequeño inversor.

Aunque el primer caso (invertir en una empresa en pérdidas) parece bastante obvio, el segundo no siempre lo es. Al fin y al cabo, si la empresa genera beneficios pero no da dividendo (como, por ejemplo, Google), todo el dinero que se tendría que destinar a la retribución al accionista quedará disponible para que la empresa lo reinvierta en generar más beneficios en el futuro, y crecer más rápidamente. El pago de dividendos merma la capacidad de revalorización de la acción así que, ¿por qué debería el inversor preferir el dividendo en efectivo?

La respuesta a la pregunta se resume en que los beneficios por la revalorización del valor de la acción no lo son hasta que se venden las acciones. Mientras, están expuestos a crisis económicas, fluctuaciones de la bolsa, malas decisiones empresariales, sanciones por violación de las leyes, ataques de otras empresas, etc. El dividendo cobrado queda fuera del ámbito de la empresa y, por tanto, a salvo de futuros acreedores: Permite recuperar parte de la inversión, minimizando el riesgo de pérdida del capital inicial, y ofrece al pequeño inversor la libertad de hacer lo que considere mejor… incluso reinvertirlo en la empresa.

Invertir sólo en empresas GRANDES

A la hora de elegir valores, es preciso elegir compañías grandes y, preferentemente, que coticen en los índices bursátiles más importantes. Estas compañías, los pilares de la economía, son objeto de constantes auditorias por su importancia y tamaño. Esto garantiza al pequeño inversor que 1) Es más difícil ocultar la situación real de la compañía, y 2) Si la empresa va mal es porque el futuro es negro para todos.

¿Alguien se imagina a Telefónica o BBVA en pérdidas? Si llegase el caso, mi inversión no valdría nada independientemente de dónde hubiese invertido y, probablemente, mi dinero ya no tendría el valor que tuvo e, incluso, es posible que no pueda sacarlo del banco. Sin embargo, sí es posible que la actividad delictiva de un gestor acabe arruinando una pequeña empresa y los inversores ni se enteren. O que esa misma empresa cierre por no poder seguir ofreciendo productos competitivos sin que la economía se resienta (exceptuando la de los pobres trabajadores).

Que un valor cotice en un gran índice no garantiza que la empresa no pueda quebrar, sólo que es más difícil que lo haga por sorpresa. De ahí la importancia de invertir en estas empresas, pero también la importancia de estar dispuestos a perder toda nuestra inversión. Sin embargo, que un valor cotice en un gran índice no es suficiente para considerarlo una buena inversión… Hay que fijarse bien tanto en el PER como en su rentabilidad por dividendo.

PER: Ratio precio / beneficio

El PER es el resultado de dividir el precio de la acción entre el beneficio por acción de la empresa. Si, por ejemplo, una empresa ha ganado 1€ por acción en los últimos 12 meses y cotiza a 12€, su PER será de 12€/ 1€ = 12. Visto de otro modo, el PER nos indica el número de años que serían necesarios para que la empresa pudiera comprarse a sí misma si se mantuvieran beneficios y precio constante. Si dividimos 1 entre el PER, obtendremos el porcentaje de rentabilidad de la empresa a precios de mercado, en el caso anterior 8,33%.

Casi todos los sitios de información bursátil informan del PER de cada valor, con lo cual es un dato fácil de conocer. Por lo general, se considera que un buen PER para comprar entre 10 y 15, aunque hay que tener en cuenta que es un indicador potencialmente engañoso. Por debajo de 10 puede significar que la acción está infravalorada, pero también que los beneficios de la empresa están en claro declive. Por encima de 20 puede indicar que la acción está sobrevalorada, pero también puede indicar que la empresa está incrementado considerablemente su capacidad de obtener beneficios (aunque como todavía no se han publicado, el PER es alto).

PERs altos suelen indicar acciones sobrevaloradas y/u oportunidades perdidas, con lo cual estos valores no suelen ser de interés. Los valores interesantes para comprar son los de PER menor de 15, pero sabiendo diferenciar lo barato de la morralla.

Rentabilidad por dividendo

La rentabilidad por dividendo es el resultado de dividir la suma de dividendos entregados por acción durante los últimos 12 meses entre el precio de la acción. Al igual que el PER, es un dato que se publica con frecuencia y suele rondar el valor de los tipos de interés. El motivo es sencillo. Si la rentabilidad de invertir en bolsa es superior a la de tener el dinero en el banco, todo el mundo compraría acciones… hasta el punto en que los precios subirían tanto (por la demanda) que dejaría de ser más rentable. Entonces el dinero volvería a los bancos, por el riesgo que implica la bolsa. Este es, a grandes rasgos, el ciclo de los mercados.

En el caso de la empresa del ejemplo del PER anterior, si decidiera distribuir dividendos entre sus accionistas por valor de 0,8€ por acción y el precio se mantiene en 12€, la rentabilidad por dividendo sería del 6,67%, bastante por encima del IPC.

Un buen valor es aquel que ofrece una rentabilidad por dividendo ordinario por encima los tipos de interés y del IPC. Hago especial énfasis en lo de dividendo ordinario, ya que en ocasiones las empresas generan plusvalías puntuales no relacionadas con la actividad principal de la empresa que inflan artificialmente la rentabilidad por dividiendo en los 12 meses siguientes a producirse y reducen el PER de la compañía.

Aunque la rentabilidad por dividendo fluctúa, suele mantenerse cerca de los tipos de interés. Sin embargo, las empresas aumentan constantemente sus beneficios, año tras año. Esto significa que, por lo general, la rentabilidad por dividendo de una inversión crece junto al precio de la acción a lo largo del tiempo, igual que crecen los beneficios de la empresa (suponiendo que todo marche bien). Veamos un ejemplo: Ud. compró Endesa en 2002 a 10,85€ y una rentabilidad del 6%. En 2007 Endesa vale 40€. Con una rentabilidad del 6% a precios de hoy, y con una rentabilidad del 24% respecto los precios a los que Ud. compró. ¡Le felicito! Ni las hipotecas suben tanto.

Evaluar cada valor según el perfil del inversor. El Ratio Fundamental

A continuación describiré lo que he decidido denominar “Ratio Fundamental”. Se trata de un sistema para valorar el atractivo por fundamentales de los valores en bolsa a partir de su rentabilidad por dividendo y PER, con independencia del precio al que coticen.

Para calcularlo tan sólo hay que hacer la media entre:

  1. La rentabilidad por dividendo multiplicada por el precio (Hay que tener en cuenta que el 3% es 0,03).
  2. El precio dividido por el PER.

Una vez calculada la media, hay que dividirla entre el precio de la acción y multiplicarla por 100 para obtener un %.

A pesar de su sencillez, este sistema permite al pequeño inversor tener un criterio propio y objetivo sobre sus opciones de inversión, sin depender de analistas “independientes” ni pagar a gestores de fondos. Cada uno puede decidir qué Ratio Fundamental mínimo debe tener un valor para invertir en él. Según mi criterio, a partir del 5% estamos ante una buena oportunidad de compra.

También permite ajustar el ratio al perfil del inversor ponderando el peso de los factores utilizados en la media. Un inversor más conservador dará más peso a la rentabilidad por dividendo multiplicada por el precio, mientras que otro más especulador dará más peso al precio dividido por el PER.

A continuación adjunto a modo de ejemplo un resumen con los Ratios Fundamentales de los valores que componen el IBEX-35 y algunos otros valores seleccionados del mercado continuo a 18 de junio de 2007.

Ticker Último Rt/Div PER Ratio F.
COL	3,95	11,42%	16,41	8,76%
SAB	8,16	10,17%	15,01	8,42%
MVC	80,85	2,04%	9,02	6,56%
SAN	13,87	3,75%	11,25	6,32%
ELE	39,99	6,49%	16,33	6,31%
A3TV	15,53	5,47%	14,65	6,15%
TL5	21,57	5,94%	16,1	6,08%
BBVA	18,43	3,46%	11,63	6,03%
REP	28,87	3,33%	11,99	5,84%
ACX	18,89	2,12%	11,08	5,57%
TEF	16,51	3,63%	13,47	5,53%
POP	14,22	3,45%	13,6	5,40%
MAP	3,63	2,48%	12,52	5,23%
FCC	70	2,64%	14,45	4,78%
IDR	18,12	4,08%	19,15	4,65%
BTO	17,69	2,54%	15,36	4,53%
SYV	38,58	1,30%	14,21	4,17%
ACS	48,02	1,67%	16,33	3,90%
BKT	65,15	1,98%	17,42	3,86%
ENG	18,53	2,32%	18,53	3,86%
REE	34,15	2,30%	19,19	3,76%
IBE	44,7	2,17%	21,75	3,38%
ALT	50	2,10%	21,46	3,38%
UNF	41,71	0,96%	17,35	3,36%
GAS	44,37	2,03%	21,5	3,34%
ABE	23,51	2,13%	22,49	3,29%
IBLA	3,83	0,52%	17,49	3,12%
ITX	44,85	1,49%	23,77	2,85%
AGS	26,9	1,62%	26,87	2,67%
FER	73,95	1,35%	25,64	2,63%
GAM	27,6	0,75%	25,9	2,31%
ANA	204,8	0,52%	26,04	2,18%
NHH	16,77	0,00%	26,65	1,88%
SGC	29,94	0,00%	59,88	0,84%
CIN	11,89	0,00%	0	0,00%

Conclusiones

A grandes rasgos, todo lo expuesto constituye la que creo es la mejor estrategia que puede adoptar un pequeño inversor que no quiera salir trasquilado de juego de la Bolsa. Espero que mis consejos, que os resumo a continuación, os ahorren malas experiencias. Como siempre, cualquier comentario es bienvenido. Buena suerte.

  • Toma tus propias decisiones, y responsabilízate de sus consecuencias. Esto incluye el decidir seguir los consejos que un desconocido, que ni siquiera es economista, da en un blog.
  • Invierte sólo dinero que te pertenezca, estés 100% seguro de que no vas a necesitar en los próximos 10 años y estés dispuesto a perder en el próximo crack de la bolsa.
  • Invierte en valores clave para la economía y de alta capitalización. A ser posible que pertenezcan a algún índice importante como IBEX 35, EUROSTOX 50, S&P500, NIKKEI.
  • Consulta las estimaciones de resultados para el año en curso y el siguiente, e invierte sólo en aquellos que tengan expectativas de crecimiento de sus beneficios.
  • Invierte sólo en empresas que den dividendo y, preferentemente, con una rentabilidad por dividendo ordinario mayor que el IPC.
  • Calcula el Ratio Fundamental de los valores que te interesan, y compáralo con el de otros valores para conocer las opciones de inversión más rentables del momento. Invierte preferentemente en valores con Ratio Fundamental mayor de 5%.
  • Revisa con lupa aquellos valores con Ratios Fundamentales altos, especialmente en lo que respecta a beneficios extraordinarios y splits en los últimos 12 meses.
  • Ten MUUUUUCHA paciencia para recoger los frutos de tu inversión. Hay que aprender a no dejarse llevar por el pánico en los momentos de crisis (ya que nuestras inversiones estarán en empresas sólidas) ni por la codicia en los momentos de bonanza (cuidado con las modas y los rumores).
  • No olvides pagar tus impuestos.